viernes, septiembre 24, 2010

Hablar, hablar, hablar. Decir.


Como la nube que va, viene y después se vuelve a ir, que duda de llover y no sabe si quedarse quietita haciendo sombra nomás o si llorar cristales que no dañan, que solo presentan corazones.
Es la sensación de panes y quesos interminables, inencontrables, que nunca llegan a hacerse sándiwch, que siguen a su hallazgo eternamente... y por eso ninguno pierde.
Si tan solo se me diera la chance de editar un diccionario de neologismos me entenderías, me abrazarías, me besarías y me saludarías hasta siempre. Pero ese diccionario no es, y ¿entonces cómo entender? ¿Cómo explicar?
¿En billones de milisegundos de existencia nadie se sintió así como para ayudarme a exclamar mis palabras?
Y dicen que no.
Así que seguiré coerciendo-me, hasta que se me dé por gritar el Jabberwocky y que comprenda el que quiera... o el que pueda.

viernes, septiembre 17, 2010


Esa mezcla de placer y dolor, tener un Sol en el pecho

miércoles, septiembre 15, 2010

Al fondo

Uno más que pasa como barrilete y que ya no lagrimea asperezas. Vuela como agua de catarata: va rápido, pero hace ruido, y es que siempre va a quedarse haciendo ruido. Porque calla lo que no existe y como nunca se desvaneció sigue silbando bajito, con sigilo y bien al fondo. Bucea dejando migas a lo Hansel y Gretel. Pareciera que no quiere perder el camino de vuelta, que no quiere que la pierdan. Entonces duerme en un submarino, que en el momento más inesperado... ¡pum! puede salir a la superficie.