viernes, noviembre 12, 2010

Fénix

Te vi. No juntabas margaritas del mantel, sino recuerdos del piso. Se te habían escapado del cuerpo, evaporado de tu cronología. No estabas seguro de saber quién eras. Mirabas para todos lados, y al piso, como si una raíz fuera a brotar en llave. Tu cara era de duda, pero no de perdición; eras ilusión de fénix, de fuego con ganas de enecenderse. Te tocó empezar de vuelta, dado vuelta también. Afinar la guitarra y probar cómo silbaba. Darle un poco más al clavijero y probar, probar hasta que gustara. Y arrancar a tocar, dejándote ser, dejándote sonar, cantándote y haciéndote música que tanteando caminos aprendía a caminar... otra vez.