viernes, noviembre 23, 2007

La negra

Va despareciendo la tierra.
Ahora, ella, se posa sobre barro que entorpece su andar y mancha sus restos de respiración.
La lluvia parece haber sido contratada para enfatizar aún más este final taciturno.
Cada pedazo de suelo que va siendo pisado, sabe que nunca más será recorrido por esos lánguidos pies.
La negra ya no tiene uñas, la negra ya no tiene pelo, la negra ya no tiene fuerzas, ni cuerpo, ni aire. Su caducidad tiene vencimiento en pocas horas.
Sus manos se ahogan en deshidratación mientras la libertad se le evapora de la piel.
Finalmente su cuerpo truena en migas de cesación, pero su alma convalece y sus ojos resplandecen oblicuos al cielo. Y a su pueblo.
Me gusta dedicarme por completo a las cosas que hago, no hacerlas a medias o a quintos. He notado [y supongo que ustedes también] que, debido a mi futuro viaje, no tengo la cabeza ni el tiempo para mantener el blog, por lo que decidí que este va a ser uno de los últimos post. Pido perdón por el cuelgue y mi ausencia de visita a sus páginas [no sé si a alguno le interesa realmente que los visite, pero yo sí me siento en falta ya que me gusta pasarme por sus pagos]. Esta no es mi despedida, así que no quiero esparcir melancolía aún [?].
Gracias por volver a pesar de los estados de latencia de la página.