viernes, septiembre 24, 2010

Hablar, hablar, hablar. Decir.


Como la nube que va, viene y después se vuelve a ir, que duda de llover y no sabe si quedarse quietita haciendo sombra nomás o si llorar cristales que no dañan, que solo presentan corazones.
Es la sensación de panes y quesos interminables, inencontrables, que nunca llegan a hacerse sándiwch, que siguen a su hallazgo eternamente... y por eso ninguno pierde.
Si tan solo se me diera la chance de editar un diccionario de neologismos me entenderías, me abrazarías, me besarías y me saludarías hasta siempre. Pero ese diccionario no es, y ¿entonces cómo entender? ¿Cómo explicar?
¿En billones de milisegundos de existencia nadie se sintió así como para ayudarme a exclamar mis palabras?
Y dicen que no.
Así que seguiré coerciendo-me, hasta que se me dé por gritar el Jabberwocky y que comprenda el que quiera... o el que pueda.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

dificil de comprender, no de percibir que hay mucha lectura, muchos cielos y soles dedicados desde alguna habitación...

11:30 p. m.  
Blogger Jeza said...

...desde la periferia, pero deberían poder concentrarse en mínimos vocablos que dijeran todo, que se animaran.

12:28 p. m.  

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