lunes, diciembre 31, 2007

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Capítulo 7 - la Rayuela de Julio

domingo, diciembre 23, 2007

Nunca se sabe

Para cambiar un poco de modalidad tomé los Haikus para inspirar la métrica de esta "poesía".
Espero les guste. Felices fiestas para todos.


Vaso de vidrio,
sobre la gris mesada.
Pasa y lo tira.

Mil pedacitos,
volcados en el piso
perdidos juntos.

Los mira lento,
analiza su brillo
y se sorprende.

Ve entre el montón
un escrito de color:
tiene palabras.

Busca agacharse.
Lo recoge del piso
y puede leer.

“Yo nunca marché:
mi cuerpo se esfumó,
mas mi alma, en vos”.

viernes, diciembre 14, 2007

Bifurcación

Cuando lo que sobra es el cuerpo no tarda en desmayarse algún que otro baboso, cayendo al piso, pisándose la lengua jadeante cual perro en celo.
Pero cuando lo que sobra es el alma se desmayan los sentidos, embriagados de encanto, al ver que en los milagros, al fin y al cabo, la utopía es solo una invención.