jueves, diciembre 28, 2006

Here comes the Sun


No sé por qué elegí el post anterior para que sea uno de los últimos del año, quedó medio bajón, así que decidí levantar un poquito despidiéndome de ustedes (solo por unos días) y posteando este, mi ultimo texto del 2006.

Sin querer parecerme a una difundida propaganda de Quilmes o CTI me despido tan solo por un mes, ya que tomo el rumbo del mar, las olas y el viento y la chica del bikini azul.
No creo que muchos noten mi ausencia y si es que algunos lo hacen, no piensen en mí, yo voy a estar pensando en cuán satisfactoria es el agua de la costa, el cálido sol y la simpática arena (sí, simpática cuando no se escabulle por lugares no deseados).
Espero que todos puedan disfrutar de unas preciosas vacaciones, no necesariamente con mar, montaña, lugares desconocidos, amigos provisorios de verano o triquinis, simplemente dándose un mínimo respiro y divirtiéndose como solo uno sabe hacerlo.
No me olviden y regresen el primero de febrero. Yo ya voy a estar esperándolos de regreso en Buenos Aires, lo demanda la facultad.
Feliz 2007 para todo aquel que lea esto.

Fue un gusto recibirlos en mi blog.
Los saluda atentamente.
Jeza

domingo, diciembre 10, 2006

Hoy

Hoy la primavera
se hace pasar por otoño
desplumando Jacarandás
que sueñan con florecer sandías flotantes
que, con su vuelo sinuoso,
hipnoticen los ojos de Buenos Aires.

Hoy el cielo padece de ciclotimia,
sufre crisis de personalidad
y constantemente cambia de humor
pasando de una película de Chaplin
a una calidez incesante de celeste
concluyendo, por fin, en la tibieza de los naranjas.

Hoy el aire se respira dulce:
son los micro-caramelos vaporosos
que dificultosamente se muestran ante las mentes.
Ellos solo se hacen detectar por la placidez,
tienen radares detectores de angustia
a la que, por supuesto, le prohíben el paso.

Hoy los cronopios pernoctan en las calles,
las famas se unen a sus danzas
y hasta las esperanzas fueron convencidas de festejar.
Banquetes de guirnaldas y globos inundan los hogares
mientras una guerra de mimos aumenta la temperatura
del termómetro del júbilo.

Hoy no hay pantanos en mis pensares,
la música se encargó de secarlos a tiempo
antes de que decidieran sublevarse.
Es como un té salvador en momentos de hipotermia:
una simple fusión de Sol y Re
logra abstraer mi cuerpo de la malicia.

Hoy puedo entender y encontrar la esencia.
El polen del paraíso
disemina trenzas de arco-iris
que van a parar directo a los árboles del parque
que, al desalojar su humedad,
despiden consigo refrescantes colores.

Hoy me dispongo a ver ilusión,
sopas de esperanza calentándose en todas las casas,
hoyuelos cansados de tanto sonreir.
Hoy es día de escaparse,
de adentrarse en la realidad y descubrir
que, más rápido o más lento, los capullos al fin llegan a florecer.