miércoles, junio 09, 2010

Carangueijo

Me gustan esos días en que llueven confites; esos en que los colores se caen del cielo buscando quién los ataje.
Pasa que mi ciclón se tiñe de papel picado y muda de aires hacia un feng shui triunfante.
Ya no necesitás pinchazos, ni sedantes, ni analgésicos porque lo calmo viene de adentro. Se texturan las células lisas, con forma de luna en su tercer día después de nueva.
La habitación me samba, hay vuelo de duelos y la gente me silba complacencias.
Puede ser que por horas, minutos nomás, pero se sienten meses o hasta décadas en este reloj inavanzable.
Hasta que el clima pasa por el probador nuevamente y se decide por su mejor traje. Y todo vuelve a antes. A como termina este enredo.
Si es que aún no terminó y yo, como expectante de un porvenir que no llega, esperando postrada en una fábula perpetua.